LEO
Por la ladera del río desolado, entre las yerbas altas, le pregunté: "Muchacha, ¿a dónde vas con tu lámpara bajo el manto? Mi casa está oscura y sola. ¡Préstame tu luz!". Levantó sus ojos un instante, me miró al rostro en la penumbra, y dijo: "¡He venido al río a echar mi lámpara en la corriente, ahora que muere en ocaso la luz del día!". Y entre las altas yerbas me quedé mirando, solitario, cómo la lucecita de la lámpara se iba inútilmente en la marea.
YO DIGO
Por la ladera del río desolado, entre las hierbas altas, te
descubrí absorto en tu soledad. Amorosamente susurré: “he traído la lámpara
encendida de mi corazón para abandonar mi luz a tu mirada”. (María)
LEO
En el silencio
de la noche que se echaba encima, le pregunté: "Tus luces están todas
encendidas, muchacha. ¿A dónde vas con tu lámpara? Mi casa está oscura y sola.
¡Préstame tu luz!". Levantó sus ojos oscuros a mi cara, y se estuvo dudosa
un momento: "He venido -dijo al fin- a ofrecer mi lámpara al cielo".
Yo me quedé mirando la lucecita, que temblaba inútilmente en el vacío.
YO DIGO
En el silencio de la noche que se echaba encima, cuando mirabas
una lucecilla que temblaba inútilmente en el vacío, te susurré: “He venido a
ofrecer mi luz a la paz de tu vida”. (María)
LEO
En la negrura
sin luna de la medianoche, le pregunté: "Muchacha, ¿Qué buscas, si tienes
la lámpara junto a tu corazón? Mi casa está oscura y sola. ¡Préstame tu
luz!". Se paró un momento, pensándolo, y me miró fijamente en la
oscuridad. "He traído mi luz -dijo- para el Carnaval de las
lámparas." Yo me quedé mirando cómo su lucecita se perdía inútilmente
entre las luces.
YO DIGO
En la negrura sin luna de la media noche, cuando danzaba en torno
a tu casa, te descubrí mirándote en el río. “He traído mi luz para unirme a la
fiesta de tu corazón”. (María)
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