lunes, 18 de marzo de 2024

MIS CRÓNICAS

Abrazado a una pelota. Así iba por la calle. Descalzo, con el pelo ralo y la cabecita llena de sombras. La ropa sucia y rota. Perdido (sin buscar), porque así se encontraba.

Así lo vi, lo vimos, todos los que en ese momento caminábamos por el Coso, cerca de La Magdalena.

Paré a mirar si alguien lo esperaba y eché en falta a su madre. ¿Dónde estaba? ¿No había nadie cerca? ¿De quién era aquella criatura de poco más de tres años? 

Yo tenía prisa. Precisamente iba a desayunar con mi madre y no podía hacerle esperar. Lamenté la situación de aquel pequeño, pero no hice nada más.

Los años vuelan y sin saber cómo, se multiplican.

El autobús es un medio de transporte que uso todos los días. Alguna vez aprovecho y leo (si el ambiente lo permite) y eso estaba haciendo cuando subieron cuatro muchachos adolescentes. Había asientos libres y los ocuparon de manera desordenada. Voces altas y risotadas, junto a unos ineducados modales que en un instante rompieron la paz y sublevaron a los pocos pasajeros que viajábamos en ese momento.

Un caballero se quejó amargamente de la juventud. Levanté la vista con intención de recriminarles y lo que vi me devolvió al pasado.

Uno de ellos era él. Aquel pequeño con 10 años más de desamparo y protegido por otras tantas capas de insolencia.

Cambie la mirada por una interrogación. ¿Sólo esto? ¿Nada más que un poco de molestia en mi confortable vida? ¿No vas a echarme en cara que no ayudé a educarte, ni compartí contigo la seguridad que da un abrazo? ¿Qué no avisé a nadie para que te acogiera?

Bajé del autobús avergonzada, pero tenía prisa y el trabajo esperaba.

Desde ese día, cada vez que oigo hablar de juicios a menores me siento responsable. Deberían juzgarme a mí con ellos para que haya justicia y no paguen más de lo que ya han pagado.








viernes, 15 de marzo de 2024

AMADOR



Una velada elevada al cubo


      

*

     Eso no es un desierto, sino un completo paisaje que lo incluye.

     Hacía tanto tiempo que Hércules esperaba la manzana, que este mundo fue espetado sin contemplaciones en cuanto Atlas le acercó aquel dorado fruto. Desde entonces parece todo traslocado.

     Ahora es una pesadez recorrer este páramo y al momento las notas de un violín envuelven la aridez y la trasladan fuera, dejando el clima cálido, perfecto, para nacer de nuevo.

     Agobiados hoy por problemas (que lo son por mirarlos con lupa), podemos ser mañana tan ligeros como el color azul del pensamiento.

     Es este un corazón tan lleno de contrastes, que sólo un hábil narrador lograría no dejarse nada en el tintero.
¿Nos atrevemos?




***

martes, 12 de marzo de 2024

LOS CUADROS DE JOSÉ CAJAL

 




Será una copia, pero original. 

Nos habla del tiempo en su mejor aspecto. Los libros pertenecen a épocas diferentes a juzgar por las encuadernaciones. Diría que esa máquina no funciona, pero está ahí por haberse ganado el cariño de su dueño. El embozo que cubre la mesa a modo de mantel no tiene coherencia y ello facilita que la imaginación dibuje el rostro dormido de un fantasma. De los sueños hay que despertar pero las fantasías no lo permiten. Como prueba ahí está ese curioso reloj que no tiene saetas. No puede hablar con el tiempo y nos devuelve al mundo onírico a través de ese cordón-cadena incoherente también. 

Pero hay alguien en la habitación. 

No fuma. Abrió la ventana para mirar. Dejó esa pipa encima de esos papelitos para que el aire no los moviese más de lo necesario. 

Lo original está en su sitio. El autor no ha querido esconderse. Simplemente ha evitado quitar protagonismo a la escena con su nombre y eso subraya la autoestima de quien ha manejado los pinceles. La caja está vacía de vanidad. 

                                                        ¡Qué tiempo tan bien empleado!

 

  



domingo, 10 de marzo de 2024

LOS CUADROS DE JOSÉ CAJAL

 




¿Qué se ve?

Una entrada llena de luz. 

La luz entrando en uno mismo 

 

¿De dónde?

¡Qué más da la hora, el lugar, o el motivo! 

Lo importante es que entramos. 

 

¿Qué hay dentro?

Naturaleza pura. Pura sencillez. 

Un árbol que se dejó hacer barrica.

Una vid que dejó de ser, para ser vino.

 Aire.

 Se respira. Se madura.

 

Se vive, al fin.