(Pintura: Ana Notivoli)
Certera sospecha tenía de tu pecho
que albergabas corazón muy humano,
y para no caer en tópicos ni vulgaridades,
tus pensamientos marcaban diferencias,
que los demás no comprendíamos.
Tu filosofía nos parece oscura,
acaso te acercas a esa ciencia,
de manera para nosotros extraña,
de axiomas sin premisas ni silogismos
y te dejamos aislado
porque a tu “hondura” no llegamos.
Hombre de libros sabios siempre entre tus manos
has sucumbido al silencio que hemos impuesto en la tertulia aunque tu bullir, siempre zozobrado, buscando la razón
sepa transigir por estar a nuestro lado.
Ayer pudo ser un día aciago.
Preocupada por tu inoportuna caída
te preguntaba cada poco, con interés por tu estado
y fue tal agradecimiento a este sentir mío
que me dijiste: “buena gente”,
con una caricia en mi brazo.
Me emocioné: Dabas aun al daño, gracias,
con la bondad que tiene el hombre sabio.
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