Una velada elevada al cubo
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Eso no es un desierto, sino un completo paisaje que lo incluye.
Hacía tanto tiempo que Hércules esperaba la manzana, que este mundo fue espetado sin contemplaciones en cuanto Atlas le acercó aquel dorado fruto. Desde entonces parece todo traslocado.
Ahora es una pesadez recorrer este páramo y al momento las notas de un violín envuelven la aridez y la trasladan fuera, dejando el clima cálido, perfecto, para nacer de nuevo.
Agobiados hoy por problemas (que lo son por mirarlos con lupa), podemos ser mañana tan ligeros como el color azul del pensamiento.
Es este un corazón tan lleno de contrastes, que sólo un hábil narrador lograría no dejarse nada en el tintero.
¿Nos atrevemos?
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2 comentarios:
Casi debería hacer yo también el test del cubo. Lo digo en serio. A ver qué tal.
Un abrazo
David
No es una intepretación psicoanalítica.
Los amigos me prestais un paisaje y yo cuento lo que siento si fuera mío.
Te paso el cuestionario.
Un abrazo
María
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