Pasarela del voluntariado - Zaragoza
A Juan Carlos Gandarilla
Paula estaba atenta.
Escuchaba voces nuevas que concentraban su atención
y alguna caricia que dibujaba los límites de su rostro.
La miraba Juancarlos ofreciéndole un lugar desde donde mirarse.
Alegría y generosidad, distribuidos por igual, en un rostro de matemático distraído.
Gandarilla podría ser una fruta, el matiz de un color (verde gandarilla)... la vereda a tomar para no extraviarse, para no perder esa capacidad de asombro que pertenece al misterioso mundo de los niños.
O quizás una lámpara.
La de ese genio que espera ser liberado entre las notas musicales del manantial oculto que es la música
***
A Juan Carlos Gandarilla
Paula estaba atenta.
Escuchaba voces nuevas que concentraban su atención
y alguna caricia que dibujaba los límites de su rostro.
La miraba Juancarlos ofreciéndole un lugar desde donde mirarse.
Alegría y generosidad, distribuidos por igual, en un rostro de matemático distraído.
Gandarilla podría ser una fruta, el matiz de un color (verde gandarilla)... la vereda a tomar para no extraviarse, para no perder esa capacidad de asombro que pertenece al misterioso mundo de los niños.
O quizás una lámpara.
La de ese genio que espera ser liberado entre las notas musicales del manantial oculto que es la música
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