viernes, 25 de marzo de 2022

UNA VELADA ELEVADA AL CUBO - HOSPITALIDAD




Desierto:
Llanura enorme. Llamas. Saharahuis con turbantes corriendo. Tienen sed y van a beber agua.

Cubo:
(1m x 1m) Madera blanca y está sobre un pilar, porque si no no se vería. Al comienzo del desierto, donde hay ruinas romanas y todo eso...

Escalera:
Al otro lado de la columna. Hay caballetes y muebles. La veo allí, blanca y de madera.

Caballo:
Rojizo, tirando a marrón. Está parado con un caballista a tiempo de montarse. Hay gente por allí y está entre el cubo y la escalera.

Tormenta:
Está todo en calma.

Flores: Hay un puesto de cosas antiguas, gente... hay muchas flores raras y silvestres.



Tenemos sensación de estar siempre velando.
El desierto y nosotras somos incompatibles.
Garantizado el alimento por los siglos, en la maleta llevamos un oasis.

Sabemos contarle a la tormenta un cuento para que no haga ruido
y así no despertar a quien descansa.

Sin duda, somos hospitalarias.

Pero miremos más al fondo en esta "vela".

Nos llama la atención que alguien nos llama
(con tanta gente resultará difícil encontrarse).
Le seguimos la pista a esa voz conocida que late y tararea sin que dé con el ritmo.
(No "damos", no encontramos, porque miramos fuera).

Dejemos que se acerque.

Más tarde o más temprano
descubriremos que somos nosotras quienes pronunciamos: ¡Julia!.

.../...


A Julia, mi madre, agradecida por haberme prestado su paisaje.






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