(Recordando la Expo)
Una vez me contaron la historia de una mujer que se trastornó y tuvieron que ingresarla en un psiquiátrico. Fueron momentos duros pero fue poco a poco recuperando su salud.
El médico consideró que estaba en condiciones de abandonar el hospital y le anunció su intención de darle el alta médica antes de lo previsto. Salió contenta por esta buena nueva y les contó a sus compañeras que pronto se iría de allí.
A una de ellas, la más estropeada, no le sentó nada bien esta noticia y la sometió a un interrogatorio sobre su salud mental. Consiguió hacerle llorar y remató preguntando
Bueno… estoy bien… en general
Esta respuesta significó dos meses más de encierro.
Cuando participo en alguna discusión me acuerdo de esta anécdota.
La conversación, como el baile, es un arte.
No es fácil dialogar sin salirse de la pista y esto suele pasar porque caemos, de manera involuntaria, en alguna trampa.
De cualquier forma es fructífera la polémica. Te puede convencer el punto de vista del otro o afianzarte en el tuyo. Podemos encerrarnos en nosotros o dar por buena esa confusión, y aprovechar esos pasos para otro baile.
Es muy saludable danzar con las ideas.
Una vez me contaron la historia de una mujer que se trastornó y tuvieron que ingresarla en un psiquiátrico. Fueron momentos duros pero fue poco a poco recuperando su salud.
El médico consideró que estaba en condiciones de abandonar el hospital y le anunció su intención de darle el alta médica antes de lo previsto. Salió contenta por esta buena nueva y les contó a sus compañeras que pronto se iría de allí.
A una de ellas, la más estropeada, no le sentó nada bien esta noticia y la sometió a un interrogatorio sobre su salud mental. Consiguió hacerle llorar y remató preguntando
¿Pero… estás segura de que estás bien, bien, bien?
Bueno… estoy bien… en general
¿Qué general?
Y nuestra amiga contestó: "Pershing"
Esta respuesta significó dos meses más de encierro.
Cuando participo en alguna discusión me acuerdo de esta anécdota.
La conversación, como el baile, es un arte.
No es fácil dialogar sin salirse de la pista y esto suele pasar porque caemos, de manera involuntaria, en alguna trampa.
De cualquier forma es fructífera la polémica. Te puede convencer el punto de vista del otro o afianzarte en el tuyo. Podemos encerrarnos en nosotros o dar por buena esa confusión, y aprovechar esos pasos para otro baile.
Es muy saludable danzar con las ideas.
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