“Hay que bailar a tierra” dice quien bien sabe, pues
sabe que el tango se lee con los pies. Escrito está su código con huellas de
emigrantes.
Leer lo que nos dice el otro, desde el centro, es
una condición indispensable, pues no hay tango si no existe equilibrio.
Es mi centro el que ocupas,
y camino en zigzag porque tú quieres.
Y al querer lo que tú, te dibujo en un sueño
para luego contarlo en la vigilia.
Sigo el zigzag que marcas.
Pero tú quieres verme
y voy del sueño a la vigilia sin soñar, para
no perder tiempo
y encontrarme, otra vez, donde me digas.
Y parece difícil que este zigzag no pueda
confundirnos.
Y no puede.
Hace ya tiempo que descubrí el hilo que nos
une:
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