Yo tenía
una amiga (la tengo) que una de sus actividades preferidas era mirar. Le
gustaba como expresaba Monalisa. También la seriedad de su hijo, Miguel, un
niño que adoraba a los lobos y no le perdonaba a Caperucita haberle obligado a
ser el malo en un cuento que él no podía tragar.
     Se me
ocurrió inventarme una historia en la que una corderilla se comía a dos de los
tres lobos de Fortanete. El tercero se salvó porque supo incorporar el peligro.
     A Miguel
le gustó. A Leonardo, Charo y Manolo también.
     María
Lafarga (otra niña ya mujer) me hizo unos estupendos dibujos que enriquecieron
el relato.
     Otro día
os lo cuento.


No hay comentarios:
Publicar un comentario