viernes, 11 de octubre de 2024

EL CIEGO QUE NO OÍA






Desierto:     
      Vacío terrenal. Territorio para ocupar. Lugar ideal para perderse un fin de semana. Mi mente en muchos momentos. Árido. Yermo. Blanco. Gris.
Cubo
      En el centro. Muchos colores, como un arco iris. Gigantesco. Cristal de vidrio. Se reflejan los colores. Totalmente cerrado, sin puerta de acceso. Yo querría entrar allí.
Escalera:
      Adosada al cubo. Llegaría a lo más alto. El techo se convertiría en una terraza, un gran mirador para contemplar todo el desierto. De piedra. Adecuada para el tamaño del cubo. Enorme. Ocupando todo el lateral.
Caballo:
       Libre. Pobre, no hay pasto para él. Vagando. Buscando alimento. Blanco.
Tormenta:
       Buena. Rayos y truenos. Lluvia torrencial, mucho ruido. Un rayo puede abrir una puerta en el cubo.
Flores
       Llenamos todo el desierto de flores, como una primavera eterna. Se llena de vida Insectos que fecundan. Cambia todo el panorama.





*







Tiene final esta condena.

Será bueno el encierro si aprovechamos bien lo inevitable
para saber aislarnos de lo ajeno a nosotros.

Pongamos tras la reja aquello que debería irse y se nos pega.

Aquí hace falta genio que espabile e ingenio para encontrar salida a un túnel que no existe.

Érase una vez un ciego que lo era por no oír lo que su voz decía:

"Mírate, para que a mí me veas"



LIBRERÍA LA PANTERA ROSA

Calle San Vicente de Paúl, 28

50001 Zaragoza





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