Querida amiga.
Como te dije ayer, a mí me gusta
discutir. El intercambio de ideas equivale a la fusión cultural y de la fusión
cultural nació el tango.
Cada uno bailamos de forma
diferente. Hablamos, nos movemos, actuamos según la personalidad que nos
caracteriza y eso es bueno.
¿Entonces? ¿dónde nacen los
problemas? Seguramente en los nuevos aspectos que se van integrando y no
encuentran su espacio.
Un problema se convierte en
conflicto cuando no se sabe resolver. Tú que eres maestra sabrás que toda
operación matemática tiene un resultado correcto y a quien no coincide con él
se le suspende. Un mal alumno escolarizado que no sabe sumar a los 10 años
inventará excusas varias para echar balones fuera.
Para mí esos balones son las
críticas personales.
Somos adultos. Deberíamos saber a
estas alturas que una determinada idea no identifica a las buenas o malas
personas. Se puede ser de “derechas” y sus hechos de “izquierdas” y al revés.
Además, en este mundo las malas personas son pocas y lo son por una profunda
discapacidad. Socialmente deberíamos estar organizados para protegernos de ellos, pero sobre todo protegerles a ellos de su deficiente desarrollo.
No hay una ventanilla a la que
acudimos para ser como querríamos en origen. Nacemos al azar, según quiere el
destino. Los hay que vienen con un diez según la sociedad en la que aterrizan o
con un cero. Ese diez o cero que socialmente se le atribuye, puede ser un cero
o un aprobado en humanidad.
La empatía es un buen baremo para
conocerNOS. Subrayo el nos porque cuando realizamos un
diagnóstico de los demás y los encasillamos en un “son así” somos nosotros quienes
estamos fuera de ese juego alquímico que es la conciencia.
Querida amiga. Quería reflexionar
contigo sobre esas críticas que hacemos sin mala intención, pero que contaminan
el ambiente tontamente, ponen unas barreras en la comunicación y fronteras
personales que no tienen sentido.
Yo quiero bailar con quien no
sabe, porque así aprendí cuando empecé. Quiero bailar con quien sabe igual que
yo, porque intercambio matices. Quiero bailar con quien sabe más que yo, porque
es una fuente para seguir perfeccionando en la medida de mis posibilidades. Quiero
incluso bailar con quien baila mal, porque me sirve de alerta.
Querida amiga. Siempre te he
visto un poco brusca, apareciendo a veces como enfadada o manteniendo tus
opiniones “con la escopeta cargada”. Seguro que no soy la única y que esa
imagen te ha restado (solo a primera vista) una opinión de “cómo eres” realmente.
A los demás nos pasa lo mismo con nuestros respectivos aspectos. Somos muchos y
muy variados.
Ese “prejuicio” se abandona
enseguida cuando se te conoce. Por eso comparto contigo esta reflexión. La
gente del tango somos, todos, buena gente. Muy diferentes a la vez entre sí,
pero no importa. De lo que se trata es de bailar y divulgar esta danza cuya
columna vertebral es el equilibrio.
Me gusta el “tango social” porque
incorpora unas reglas que quieren conseguir un lenguaje compartido por todos.
Para lograrlo solo hay una condición. Que tengamos la certeza de que cada uno de
nosotros somos una letra de su abecedario.
Si socialmente llegásemos a esa
conclusión, los problemas de cada día serían una deportiva fiesta por conocer
al campeón que encontrase la respuesta correcta. Mientras sufriremos la
inmadurez colectiva, colectivamente.
Querida amiga. Estaré encantada
de escucharte. Mientras, un fuerte abrazo.