Podría decirse que el tango nos comunica con nuestro lado oculto.
Los pies leen el pentagrama de la tierra.
En el abrazo, las manos dibujan la frontera y exilian a la desesperanza.
La mirada controla el recorrido para no distraerse y ver.
El oído no admite cantos de sirena.
La pasión crea el ritmo.
El final nunca es triste, pues anuncia un nuevo comienzo.
Los pies leen el pentagrama de la tierra.
En el abrazo, las manos dibujan la frontera y exilian a la desesperanza.
La mirada controla el recorrido para no distraerse y ver.
El oído no admite cantos de sirena.
La pasión crea el ritmo.
El final nunca es triste, pues anuncia un nuevo comienzo.
El tango habla de la realidad como la música de la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario