No es tiempo para hablar de mí. Ahora me ocupa cómo están los demás.
Me duele y apenas entiendo el origen de este dolor.
El diamante es un hijo de la tierra gestado en las más duras y terribles condiciones.
La mirada de una buena persona siempre ha sido el hogar en el que hacer un alto hasta que pase cualquier incertidumbre.
Pronto llegará ese momento tan esperado.
Oiremos hablar a las cristalinas aguas de nuestro río interior y todo nos sabrá a música.
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