Prestando voz a quien no la tiene.
Argumentos para una separación
Recuerdo una escena de la película “El submarino amarillo” de los Beatles en la que aparecía un personaje llamado “el hombre de ninguna parte”. La emoción que me produjo la soledad de aquel hombre era para mí incomprensible pues estaba proyectando en aquel dibujo animado unos contenidos todavía por desarrollar. Años más tarde volví a ver la película y no encontré “por ninguna parte” ese subrayado. El personaje no tenía nada excepcional salvo el espacio que me prestó hasta entender la importancia del término “soledad”.
Las grandes ideas han sido encarnadas en seres humanos que tuvieron la capacidad de afrontar solos el inicio de su desarrollo como parte de la aventura humana y, una vez conquistado el nuevo espacio, eran capaces de ofrecerlo como si hubieran sido los demás (y lo son) también partícipes de esa conquista. Ese es el sentido del campeón, otra de tus ideas más queridas para mí.
Es cierto que eres un niño. Tienes eso aspectos tiernos, sorprendentes, “agotadores” (en el mejor sentido de la palabra) cuando quieres mostrar a qué se puede jugar en esta vida. Pero hay que jugar de manera que los demás no sean juguetes nuestros. La alarma salta cuando hacemos daño y no vale la excusa de que la “verdad es dura”, pues esa dureza solo corresponde asumirla a quien dice poseer esa verdad.
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