viernes, 15 de septiembre de 2023

EN EL AUTOBÚS - UNA NIÑA - SEPTIEMBRE 2005








Una Niña

Estaban sentados cerca de mí y me llamó la atención su hablar preciso.
Apenas tendría cuatro años.

Me sorprendió oírle decir:
“Papá, yo no quiero ir al cielo,
porque allí no veré a mis amigos, ni a ti, ni a mamá…”

Él supo salir airoso y contestó:
“En esa altura se ve todo,
incluso puedes volar como los pájaros”.

Ella crecía en entusiasmo y con una convicción que provocaba celos divinos exclamo:
“¡Es que dios es el mejor!”.

Su padre siguió el juego:
“Es tan bueno que nos pone un ángel de la guarda para cuidarnos”
y le puso ejemplos de peligros pasados en los que ella se hizo menos daño por estar protegida.


¡Era eso! (susurró),
y rápida, como si tuviera alas, recordó un accidente. Un pisotón.
Entendió por qué no le había pasado nada, cuando el dedo más pequeño de su pie quedó debajo de un zapato-apisonadora.
¡Qué chuli es tener ángel de la guarda! exclamó alborozada.

(No vi la expresión de su padre, pero seguro que sonreía.)

Cuando pensaba que esta animada conversación ya había terminado, ella nos sorprendió a los dos:
“Papá ¿quién es el ángel de la guarda de Dios?”

No hubo duda en su respuesta. Casi susurrando le dijo:
“Tú, hija mía, tú eres ese ángel”.

Bajé del autobús.
La mañana era cálida y había un extraño silencio.
Era cierto, ¿dónde iba a estar dios mejor guardado que en aquella bondadosa pregunta?
Me emocioné.

¿Quién preguntará por ella para que quienes creen en ese dios puedan volver a ocuparse de las responsabilidades que les corresponde?







*

2 comentarios:

Cardiel dijo...

Bonito cuento...¡y muy cierto!

Un abrazo,
David

María dijo...

Gracias, David.

Un fuerte abrazo
María