Discuto.
Escucha, David, como lloran las palabras.
Si ahora yo te llamo Mariano te descolocaré un poco. Pensarás que ha sido un lapso, o que estoy equivocándome de persona, o cualquier otra explicación con la que disculpes mi error. Pero hubieras preferido que te llamase por tu nombre y no haber perdido el tiempo llamando Mariano a quien es David.
Los héroes no son frívolos, son héroes. La vida no es muerte, es vida. La felicidad no es postiza, es natural. La justicia no es caridad, es justicia. La verdad no admite apellidos.
Quien no traduce bien es porque no puede. Se le puede leer subtitulando o no se le hace caso y deja de existir, pero nunca poniéndole altavoz a quien no tiene voz y se le chilla por ello.
Aquellas guerras están muy maquilladas. Las mismas razones que provocaron los conflictos están ocurriendo ahora. Lo interesante es qué vemos y cómo lo vivimos.
Escucha cómo llora esa palabra que te espera y a la que has sustituido por “frivolidad”.
(No sé si he expresado bien lo
que quería decir, pero lo hago con cariño)
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