domingo, 10 de enero de 2021

CARLOS SEBASTIÀN NO SE FUÉ





Querido Carlos. Seguro que esos risueños ojos estarían tan empañados como los míos por ese sorprendente homenaje. Decían que allí estabas y tenían razón. Estabas como un espectador más de ti mismo.

Estabas de acuerdo con quienes decían que habías sido un maestro lleno de ideas que motivaban a los alumnos. Un deportista para poner de ejemplo. Un noble colega en el trabajo. Un maestro Maestro. Un familiar cercano. Un hermano irreemplazable. Un entrañable compañero para Nieves y además padre del ejemplar Carlicos. Resumiendo: un ser humano en el amplio sentido de la palabra.

Estabas de acuerdo con quienes así te habían visto. "Para verme (dirías), ellos, son portadores de esos valores. De otra forma no los reconocerían". Aceptabas los elogios porque fuiste maestro en encontrarlos en todos y cada uno de aquellos que tuvieron la fortuna de estar en tu entorno.

Planteabas un entrañable juego vital. Te acepto lo que antes me aceptaste y en esa reciprocidad nos reconocemos y queremos.

“La lucha por llegar nos hace fuertes”, ese es el camino, decías y Machado asentía contigo: “Se hace camino al andar”. Por eso pusieron tu nombre al campo de fútbol de ese Colegio que fue parte de tu vida. Fue una hermosa manera de sembrar la cosecha que querían recoger. Niños y niñas jugando a ser los mejores para que el fruto fuera hombres y mujeres buenos. Buenos como tú. Todos ganaremos con cada gol que se marque en cualquiera de las dos porterías del Campo de Fútbol Carlos Sebastián. En ese terreno la tristeza tiene la batalla perdida.

En uno de los momentos entrañables el cielo se llenó de globos. Fue una estrategia de los niños y tuya. ¡Allí!, ¡allí! está Carlos, arriba, parecían indicar aquellas estrellas regordetas. Pero sabíamos que te quedaste aquí entre nosotros. Todos te vimos con los ojos del cariño, pero fingimos mirar donde nos indicabas.

¡Querido Carlos!








2 comentarios:

gloria dijo...

Realmente no se fue, se recuerda en cada esquina del colegio, en cada pensamiento, en cada actividad académica y deportiva (ya que la mitad que realmente valen la pena son suyas o se realizaron con su apoyo incondicional)
pero... pesa tanto su ausecia...

María dijo...

A Carlos le emocionaría ese cariño. Está muy bien que su espacio no pueda ocuparlo nadie.

Cada vez que se habla de ese sol no puedo evitar un "nublado".