Una velada elevada al cubo
Desierto:
Arena fina, lisa, como para
caminar. Sin nada mas.
Cubo:
Dorado. En el centro
del desierto. Se puede utilizar para sentarse. Aristas de hierro dorado, fuerte,
bastante sólido.
Escalera:
Apoyada en el cubo para subir
y sentarse en el.
Caballo:
Blanco, elegante, grande,
fuerte, con crines al viento. Junto a la escalera. Estoy contenta porque me acompaña y vamos
a hablar. Paseamos cerca de la escalera. Le procuro agua.
Tormenta:
Me protejo con el caballo. Me
gusta. Relámpagos, lluvia fuerte, buena temperatura. No tengo miedo.
Flores:
Arboles con hojas verdes.
Flores de color blanco, amarillo, azules. Situadas envolviendo
la escalera y el cubo.
*
No quisiera
inquietar. Ciertamente estoy bien y, sobre todo, los demás están bien conmigo.
Mi compañía aporta soluciones. Nada
tengo pendiente que me obligue a nada.
¿Entonces?
¡Cómo esperaba esa nueva pregunta!
*
Caminar por la arena “fina y lisa” podría significar que
afrontamos los problemas de forma correcta y encontramos, por ello, siempre
soluciones.
Si lo hacemos es porque tenemos equilibrio y el equilibrio supone
manejar al mismo tiempo la igualdad y la libertad. Que cada aspecto no invada
el terreno del otro supone una fuerte personalidad (“aristas de hierro” “en el
centro”) Este punto de referencia es un descanso, una tranquilidad (“sentarse”)
para los demás
Apoyaría esta decisión de que nadie nos solucione lo nuestro: que
en la tormenta hay buena temperatura vital, por lo que todavía hay fuerza con
la que encarar las dificultades. No hay miedo.
Nuestros desvelos han dado fruto y los resultados son evidentes.
Un ciclo se ha cumplido.
Pero, ¿Cómo encontrar una nueva
motivación que nos permita seguir caminando? De ahí la pregunta. ¿Entonces? Da
igual qué texto lleve, lo importante es que nos interroga, nos provoca: ¿Por
qué tengo que ser yo quien...? ¿Por qué no me llamas? ¿Por qué no me extrañas?
¿Por qué no me llevas? …
Y empezamos, otra vez, a
contemplarnos.