domingo, 21 de enero de 2024

1.- JOVEN ORQUESTA NACIONAL.-13



(Dibujo de Anita Brus)



Enero 2002


Suena la joven Orquesta Nacional.


En la última fila fagotes, trombos y trompetas esperan el momento para subrayar el ascenso conseguido. La percusión interviene reconduciendo la melodía que por un momento parecía querer volar. El latido de un poderoso corazón devuelve la pasión a su cauce y da comienzo otra frase.

Pero yo no estoy fina.

El volumen se me hace insoportable porque algo ha ocurrido. Una de estas primeras notas tropezó en el estribo de mi oído que a su vez golpeó al martillo. Éste explicitó una sonora protesta por considerarse el único con capacidad de golpear, para lo cual derribó a un asustadizo yunque que cayó por el caracol y ya no hubo escalera capaz de rescatarle.
En esas condiciones acústicas no podía unirme a la opinión general que expresaba alegría porque esa joven orquesta hubiese dejado de ser una promesa. Si ellos habían conseguido lo que prometieron, a mí ¿qué me pasaba?

Interpretaron a Ravel en la segunda parte.

No era un buen apoyo (en mi caso) para reflexionar, por muy cerca que estuviera este compositor de los meditativos. Pero no quise dar la nota y aproveche el comienzo de aquel, casi imperceptible, temblor de los palillos para intentar localizar, como un zahorí, el origen de tamaño desajuste.

En tono tranquilo, desarrolló la frase un instrumento de viento

Una de las valiosas aportaciones que hace Matilde Ras al mundo grafológico es incorporar al pensamiento interpretativo el símbolo del aire. (Respiran los óvalos abiertos mostrando confianza en sí mismos).

Yo estaba cerrada

Seguía el concierto. Una vez más, escuchamos ese corto y reiterativo pasaje musical, reforzado, esta vez, por las cuerdas que parecían decirme: "el mal genio aparece como un dique en tu puerta". Y yo, como defensa, me distraía.
La orquesta subía, poco a poco, el tono. La partitura no era tal, sino un mensaje monocorde que no dejaba escapar a nadie de su disciplina. Todos tenían que decir lo mismo aumentando proporcionalmente el volumen.
Cuando los de la percusión se resarcieron, haciéndome oír en unos pocos, pero fortísimos compases, todo lo que no habían hablado hasta entonces, creí no poder contenerme.

Fue un esfuerzo no chillar ¡basta! ¡no puedo más!

Pero ese esfuerzo abrió una puerta. Salió, como alma que lleva el diablo, un no sé qué, y pude escuchar el agradecimiento general a nuestra joven orquesta. Las manos revoloteaban y no sabría decir si el aire fresco que se respiraba salía de aquel palmoteo o de las abiertas sonrisas que manifestaban su aprobación por ese sobresaliente concierto.
Ellos tenían razón.

Desde hoy escucharé a Ravel con otros ojos.

*


How I saw that concert


The young national orchestra sounds.

At the last row bassoons, trombones and trumpets wait for the moment to underline the achieved rise. Percussion takes part taking back the melody that, for a moment, seemed as if it wanted to fly. The beating of a powerful heart gets passion back to normal and begins another phrasing.

But I´m not acute.
Volume is unbearable for me because something´s happened. One of these notes tripped on my ear´s spur that, in turn, hit the hammer, this one asserted a stringent protest for considering itself the only one able to hit, and therefore it knocked down an easily frightened anvil that fell through the cochlea and there wasn´t a ladder able to rescue it any more.
In those acoustic conditions, I couldn´t join the general opinion expressing joy because that young orchestra had stopped being a promise. If they had got what they promised, what happened to me?.
They played Ravel in the second part.
It wasn´t a good support (in my case) to reflect on, even though this composer was close to the interveners. But I didn´t want to give the keynote and took advantage of that nearly imperceptible trembling of the drumsticks to try to locate, like a water diviner, the origin of such an imbalance.
In a quiet tune, a wind instrument developed the phrasing.
One of the valuable Matilde Ras´contributions to graphological world is incorporating the air symbol into the interpretative thought. (The open ovals breath showing self-confidence).
I was closed.
I followed the concert, once more, we listened to that short and reiterative musical passage, reinforced, this time, by string that seemed as if they wanted to tell me: “bad temper appears like a dyke at your door”. And I, as a defence, kept myself entertained.
The orchestra grew louder little by little. The score wasn´t anything of the sort, but a single-stringed message that didn´t let anybody escape from its discipline. Everybody had to say the same, turning volume up proportionally.
When those in the last row made up for it, making me hear in just a little, but absolutely strong time, all they hadn´t told till then, I thought I wasn´t able to restrained myself. It was an effort not to shout: stop! I can´t go on!.
But that effort opened a door. It went out, like a bat out of hell, a certain something, but that let me listen to the general gratitude to our young orchestra, hands fluttered and I couldn´t say if the fresh air I breathed came out of that clapping or of the open smiles that showed its approval to that outstanding concert.
They were right. It´s up to the truth to find its place.

From now on, I´ll listen to Ravel in a different way.
            María.
(Traducción María Rubio)



2 comentarios:

Campanita de BarZaires dijo...

Guardo este escrito, recuerdo cuando me lo enviastes, me gustó mucho y me sigue gustando mucho. Un beso.

Nieve Andrea dijo...

Me enviaste este escrito en su momento, también a mí. No sabía que había ido a otra gente también, porque me los enviabas como cartas...

A mí el Bolero de Ravel me hace el efecto contrario, es la fuerza del guerrero interno levantando la espada. No hay quien se rinda después de escucharse la pieza entera...