Cuando una voz, aparentemente dura e indisimuladamente tierna, le decía: ¡carbonerilla!, unas gotas de alguna oculta pena, los bañaba.
Cuando los mira un niño, por su diamantina sonrisa, se diría que estuviese viendo a Platero.
Este es el blog de una historia que arranca con un libro. Es un libro lleno de palabras que se enlazan por la belleza de quien las contempla. Sigue leyendo ...
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