jueves, 30 de mayo de 2024

RECUERDO DE PASADOS ENCUENTROS - AÑÓN 2006



Sábado, 29 de julio de 2006

Begoña Lavilla está desarrollando un proyecto de Casa Rural en Añón, un pueblito del Moncayo. Se ha encontrado con algunos problemas que podrían decirse de brujas y para conjurarlos tuvo la buena idea de organizar una milonga. Allí estuvo ¡cómo no! El GaraGe.


Es bueno llegar al tango por distintos caminos. Desde esta idea José Cajal y Pedro Soria organizaron una ruta matinal llena de sorpresas.


Empezamos siendo dieciséis y Malena. 

Subimos hasta una de las presas que hay en el Moncayo y en el trayecto disfrutamos como niños. Malena descubriendo setas. Aquilino nuevas rutas. Marcial avellanos. Orlando nuevas “discusiones” con Marcial. Eugenio tuvo el detalle de no ejercer como geógrafo y dejó que las zarzas nos acariciaran. Begoña estuvo todo el tiempo encantada con las peripecias de su pequeña. Aurora y Carlos coincidieron en la buena idea de llevar frutos secos para reponer las energías perdidas.

Durante el recorrido vimos madreselvas en flor. A dos Elenas empapándose por igual en la lectura de la naturaleza. A Julia, como una sirena, no queriendo salir del agua y arrastrándonos a tod@s. Encontramos especies protegidas. Disfrutamos de la Teresa de siempre junto a un Pedro mucho más relajado.


La hospitalaria Marimar conquistó al tiempo, que fue magnífico y al jefe del restaurante que por ella nos hizo un menú especial.


Así, sin parar, toda la mañana.


Por la tarde fuimos creciendo. Los treinta que estuvimos en la milonga ya éramos “los del GaraGe”. Cambiamos el decorado del Ebro por el Moncayo y nos preparamos para bailar con la misma magia de siempre. Empezó a llegar un público sorprendido por esta novedad. Tangueamos mucho tiempo hasta que nos quedamos solos, no porque les cansásemos sino por imponerse la hora de cenar que para los vecinos de Añón es sagrada.


Sentados en unas mesas al aire libre, nuestra anfitriona y sus amigos compartieron con nosotros todo lo que tenían (que fue mucho) y en los postres prometimos volver. Desde aquí les agradecemos su generosidad.

A Begoña Lavilla, para darle ánimos, le recordaré la opinión de Bécquer sobre las mujeres de Añón en su quinta carta escrita en Veruela el 24 de junio de 1864:


“…si una vez se ha visto una añorera, es imposible confundirla con las demás aldeanas…
“Acostumbradas casi desde que nacen a saltar de roca en roca por entre las quebraduras del monte, su pie adquiere esa firmeza peculiar de todos los habitantes de las montañas, hasta el punto de que algunas veces da miedo cuando se las mira atravesar un sendero estrecho que bordea un barranco, emparejadas con el borriquillo que conduce la leña, y saltando de una piedra en otra de las que costean el camino. Así andan las leguas, tal vez en ayunas, pero siempre riendo, siempre cantando, siempre de humor para cambiar una cuchufleta con sus compañeros de viaje. Y no hay miedo de que su cabeza vacile al atravesar un sitio peligroso, o su ligero paso se acorte al llegar a lo último de la penosa jornada; su vista tiene algo de la fijeza e intensidad de la del águila, acaso porque como ella se ha acostumbrado a medir indiferente los abismos; sus miembros endurecidos con la costumbre del trabajo, soportan las fatigas más rudas sin que el cansancio los entorpezca un instante”. (Gustavo Adolfo Bécquer. Cartas desde mi celda).

(No os perdáis estas excursiones)





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