domingo, 19 de mayo de 2024

DOWN







Dedicado a Pablo Pineda


Down



Laura corría con la intención de que el autobús no se fuera sin ella, pero no lo consiguió. Llegó hasta mí sin "resuello". "No has corrido lo suficiente", le dije llena de simpatía. Su reacción me sorprendió por comprensiva: "el conductor tiene que cumplir unos tiempos y yo tendré otro coche enseguida". Era una lección de urbanidad frente a esas otras protestas, más o menos subidas de tono, de pasajeros desairados.

Me aclaró que en otras ocasiones lo había conseguido y leí en su naturalidad de "perdedora" que no se trataba de ganar siempre, sino de intentarlo.

Mi autobús no llegaba.

Pasó un amigo con el que bromeamos sobre algunos privilegios de las próximas vacaciones y esta criatura de poco más de 10 años se unió a la conversación como si los tres nos conociéramos desde siempre. Por fin llegó su "40" y nos repartimos agradecimientos por la compañía.

En realidad no se llama Laura; no sé cómo se llama, pero sé que cuando era tan solo un proyecto, algo interrumpió lo que sería un "normal desarrollo" y nació con síndrome de Down. En poco más de tres minutos esta pequeña desconocida me confirmó el avance de la educación en España. Gracias a un mejor conocimiento del desarrollo infantil, los padres de ¿Laura? no se avergüenzan de ella y ella, gracias a esa confianza, ha podido alcanzar su autoestima, ese territorio en el que somos invulnerables.

¿Durante cuántos años los deficientes físicos y psíquicos estuvieron "desaparecidos" para la sociedad? ¿Cuántos fueron los que no fueron nada por decisión de otros?

Si aquella pequeña pasajera me oyera preguntarme, respondería con naturalidad: "En mí ya están todos reconocidos".

Esa tarde se mezclaron las víctimas de la violencia, con este encuentro a modo de oración.


"Volveremos, por vosotros, a recuperar la inocencia.

Laura, ¿Cómo te llamas?








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