viernes, 27 de julio de 2018

CRONOS Y ESE ESPEJO






Así venimos a este mundo: en blanco. Pero no, como suele decirse, para que otros escriban nuestra vida (padres, educadores, circunstancias ambientales o económicas), sino para desarrollar, en esas páginas que la historia humana nos reserva, lo que el propio nombre significa.

El nombre es el pan que cada niño trae bajo el brazo. Esta empresa es tan difícil como valiosa por su complejidad.

Y hace falta tiempo.

Los griegos al tiempo le llamaron Cronos y Goya lo pintó como un monstruo que devora a sus hijos. Pero el pobre Cronos tiene otros rostros más amables. Si pudiéramos escucharle oiríamos cómo suplica que su fealdad no nos asuste. Este gigante grandote, espera que tengamos para él un espejo (de su tamaño) en el que su bondad pueda, también, reflejarse.

Las sorpresas siempre son recíprocas.




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