(Pintura: Ana Notivoli)
Del amigo esperamos lo mejor porque es nuestro yo soñado.
Soñamos y queremos que sea una realidad lo que soñamos.
Ese querer abre una puerta y nos lleva a un espacio lleno de misterio.
En él se puede atravesar el bullicioso juego de niños de lo cotidiano y escuchar, al mismo tiempo, el silencio.
Ese silencio lo aporta el amigo envuelto en nuestro nombre.
La amistad siempre nos retorna al centro de nosotros mismos.
(11 septiembe 2003)
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