sábado, 21 de octubre de 2023

CONTANDO CUENTOS EN 1995



          Paseando llegó hasta un lago. Tenía sed y al inclinarse para beber vio reflejado el bello rostro de una doncella. Quiso acariciarla y en su lugar pescó un pez. Ante su asombro éste le rogó: ¡Por favor, amigo mío, devuélveme al río, todavía no es mi hora! Así lo hizo y como premio, un diamante saltó a su mano.

         Todavía conmocionado siguió caminando. Se encontró con una impresionante montaña. Creyó oir la voz de una mujer pidiendo auxilio y quiso socorrerla. Sin saber cómo, se halló en su interior y tuvo miedo.

        En aquella absoluta oscuridad descubrió una lejana lucecita. El diamante que en su mano llevaba hizo de espejo y el resplandor se multiplicó. Sólo tuvo que seguir aquel luminoso hilo y en pocos momentos estuvo fuera de la caverna. Al alejarse y volver la cabeza se encontró que la montaña había desaparecido y en su lugar había un dragón vencido. A su lado una feliz mujer sostenía triunfante una pequeña espada dorada.

        Envanecido por la que creía su hazaña tomó en sus manos el trofeo sin tener en cuenta a su portadora. La mujer desapareció y la espada tomó un aspecto negruzco, tenebroso.

        Desde entonces, afligido por una inmensa pena, aquel hombre busca su imagen.




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