de acuarelas con textos y audición del libro
“El Tango con Darío”
Este es el blog de una historia que arranca con un libro. Es un libro lleno de palabras que se enlazan por la belleza de quien las contempla. Sigue leyendo ...
Dar o recibir no es ningún dilema.
Si doy lo que alguien me pide es porque lo tengo
y lo tengo porque se me dio.
Recibir es como abrir la puerta a quien llama y le dieron la dirección correcta.
Compartir la opinión del otro o discutirla
es la misma afirmación que uno hace de sus ideas.
A todos los muertos inocentes,
incluidos aquellos que son responsables de tanto dolor, porque en esa medida,
son inocentes también de estar muertos.
En el 2009 participe en una
manifestación por la paz. ¡Cuánto cuesta encontrarle todo el sentido a esa
hermosa palabra! Los que allí estábamos no queríamos que siguieran matando
inocentes. ¿Pero quién lo quiere?
Como estábamos enfadados le dijimos al embajador de turno que se fuera. Solo quedó añadir: “por las buenas o por las malas”
Como por las buenas no quisieron hacer lo que el país representado por el embajador “non grato” ordenaba, eligieron las “malas” y mataron al invasor para dejar que los buenos gobernasen.
En todos los países, en algún momento, las fuerzas supuestamente del orden, quitaron la voz “por las malas” a quienes no pensaban como ellos. En esta guerra, un porcentaje eligió la palabra para defender sus ideas. El resto no encontró esa salida y creyeron tener derecho a responder igual, es decir, con la fuerza, haciendo exactamente lo mismo que quienes les habían agredido.
Como la fuerza ejerce para no quedarse sin significado, acabó por eliminar incluso a los compañeros con los que juntos lucharon contra los que solo admitían el orden por ellos establecido. Ahora lloran juntos víctimas y verdugos sin tener el consuelo de poder enfadarse con un enemigo claro.
A la manifestación nos acompañó Isabela, una pequeña de pocos años. Venía de jugar con otro niño que, según nos contó, le había dejado su tractor por la hermosa razón de compartir.
Muy interesada preguntaba qué decían los que gritaban; por qué llevaban un bebé ensangrentado; por qué no llevábamos una bandera como el niño del cochecito.
Isabela dibuja con el corazón y le dije: “Tienes que dibujar una bandera y regalármela”. Contundentemente dijo: “No”. “La dibujaré para las dos”.
Estoy sentada frente al embajador
expulsado, al que he pedido que me acompañe, para encontrar la manera de reciclarnos
en el corazón de Isabela.
Los momentos duros, conflictivos, tristes, agobiantes, desesperados, oscuros, interminables… que inevitablemente tenemos que vivir, deberíamos asumirlos responsablemente en primera persona. Esto es fácil decirlo, pero complicado llevarlo a cabo.
Complicado, no porque no queramos, sino porque no sabemos.
Tropezamos en nuestro propio dolor y rompemos “sin querer” esa estructura de cristal en la que el destino nos envía mensajes.
Los mensajes, aparentemente, no solucionan nada porque están encriptados y solo podemos leerlos una vez atravesado el túnel. En ellos se nos da la bienvenida y… un mapa de “cómo atravesar lo que acabamos de atravesar”.
Nos adelanta algo proyectándolo en los demás. Para leer en los demás hay que mirar, más o menos, como en esas láminas del “Ojo mágico”.
Bueno, ya está bien por hoy.
Iba en el
tranvía, hacia mi casa
Una chica joven me cede su asiento y le digo: “No te preocupes, me bajo enseguida”.
“Me he sentado en tu amabilidad”.
Y compartimos sonrisas.
Respira hondo (aquí venía el nombre del autor), que de más hondo aún viene tu dicha.
Qué pena quererte tanto, qué pena; pero qué alegría también tener esta pena.
Este hombre, el mejor que he conocido, podría haber sido tuyo.”
La diferencia en decir “tuyo” a “tu yo” es fundamental. Mi yo solo espera reconocerse en mí para no invadir el espacio de los demás. Si yo hubiera sido tú no habría para mí felicidad posible.
Tuyo debiste ser tú y no pudo ser.
Estoy segura de que ya lo has comprendido todo. Para la conciencia universal tú también eres imprescindible. En este final pudiste respirar con la hondura debida.
Yo nunca he dejado de ser feliz.
Para mí