lunes, 27 de enero de 2025

RECORDANDO A FRANCISCO CARRASQUER





Zaragoza, 4 de noviembre 2008

Como si hubiera recibido ayer tu carta.


Dice Henri Montherlant: “Se puede experimentar tanta alegría al proporcionar placer a alguien que se sienten ganas de darle las gracias”.

Gracias por esos 93 años y compartir conmigo esta entrañable correspondencia.

No me siento cerca de la metafísica (sí de la filosofía), y prueba de ello es mi admiración por las matemáticas, pero entiendo que a la vista de mi última carta pueda entenderse así.

La solidaridad, la justicia y la libertad requieren tener los pies en la tierra y me siento absolutamente comprometida con esa realidad. Por ello necesito perspectiva y asciendo por esa vertical que me permite verme en los demás. Los otros son una pantalla humana donde se narran todas y cada una de nuestras historias.

Mi idea de dios se abraza con la de Espinoza, ¡Qué alegría tu libro! ¡Qué regalo! Ahora leo “El grito del sentido común”.

A veces resulta difícil contar los sentimientos con todos sus matices.

Se han celebrado en septiembre unas jornadas sobre la violencia en el deporte, organizadas por el Departamento de Cultural de la DGA y la Universidad de Zaragoza. No sé muy bien cuales han sido las conclusiones, pero la violencia me preocupa, por eso me ha entusiasmado tu reflexión:

“Recuérdese que el castigo de privación de libertad siempre es injusto -de no ser, el condenado, un peligro-, ya que se gana más, muchísimo más, con la confianza brindada y la transferencia de responsabilidad compartida que con el odio sellado para siempre que es la prisión”.

El castigo, diría yo, siempre es injusto. Quien se violenta cometiendo un delito está denunciando su castigo. De una manera torpe, está pidiendo ayuda. Habría que separar, a quien así se comporta, de los demás para que no haga daño, pero inmediatamente se debería encontrar, buscar por lo menos, la causa de ese error en el comportamiento de quien llegó desheredado de “sentido común”.

Lo que en origen sería un fallo reversible, si quien responde lo hiciera con sentido común, se convierte en violencia porque se multiplican los despropósitos.

Gracias por esos libros que me has ido regalando y que han hecho muy buenas migas con mis autores favoritos.

Hasta mañana, un abrazo.

María

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