Desierto:
Atardecer, dorado, dunas
Cubo:
Cristal transparente. Centro del horizonte. Perspectiva derecha distorsionada.
Escalera:
Madera, cerca del cubo en el suelo.
Caballo:
Salvaje. Canela. Izquierda. Llegando.
Tormenta:
Tormenta seca. Cielo gris. El caballo asustado viene hacia mí.
Flores:
Imagino una rosa tras las dunas.
El
cristal y el agua, dos aspectos fundamentales. La transparencia recibe la
actividad solar y tiene que liberar a su huésped. Esa es la tarea del héroe, al
que no le sientan bien las bridas. En esta empresa todo está contemplado y
expuesto, por ello, a elementos que pueden distorsionar la visión del entorno.
Ahogarse en las aguas nos indica que
previamente se enredaron las ideas. La madre naturaleza no permite debilidades
y trunca todo aquello que, naciendo de ella, pretende independizarse. Aquí
todos somos iguales, dice, y el alimento que procura el padre tiene que ser
para todos.
Pero el destino tiene otros planes, viene
con luz propia y trae su espacio. Por un instante será responsable de las
tinieblas. Esa es la distorsión, la lucha. Esta es la historia que cuenta ese
lado derecho del cubo y que marca la profunda diferencia con el diamantino
destino del cristal. La discusión entre el aspecto de ida y… He aquí la
tormenta seca. No hay agua que desperdiciar, pues toda la contiene ese regalo
celeste que lleva incluido el camino de retorno a uno mismo.
Todavía no hemos llegado a la página donde
está escrito nuestro nombre. No hay prisa. La eternidad espera.
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