Desierto:
Amarillo. Calor. Mantas. Tela blanca.
Cubo:
Cristal transparente. Pequeño. Sucio por
la arena pegada. Al fondo de una duna.
Escalera:
Madera. Casi rota. Muy grande. Gris.
Tumbada en el suelo, donde no hay dunas.
Caballo:
Pequeño. Se parece a un camello. Viejo.
Patas grandes. Sucio por la arena pegada.
Tormenta:
Viento. Gris y negro.
Flores:
Cactus. Sabor amargo. Una gota de sangre.
No es tiempo para hablar de nosotras. Ahora
nos ocupa cómo están los demás. Nos duele y apenas entendemos el origen de este
dolor.
El diamante es un hijo de la tierra gestado
en las más duras y terribles condiciones. La diamantina mirada de un hombre
bueno siempre ha sido el hogar en el que hacer un alto hasta que pase cualquier
incertidumbre.
Pronto llegará ese momento tan esperado.
Oiremos hablar a las cristalinas aguas de nuestro río interior y todo nos sabrá
a música.
***
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