Desierto:
·
Hace mucho calor, tiene
un tono rojizo, lleno de enormes dunas de arena. Hace sol, el cielo es de un
azul intenso, hay mucho silencio y nada ni nadie se mueve alrededor. Pese a las
dunas, los horizontes se ven lejanos.
Cubo:
·
Es de un metro treinta
de lado, está en el centro de la cuenca que forman las dunas cercanas. Es azul
ultramar, oscuro, de un material transparente, como gelatina, pero que no
necesita frío para mantenerse en su forma de cubo.
Escalera:
·
Es de un tamaño medio,
más o menos un metro de ancho, de madera de pino. Sin barandilla. Sube al cubo,
está pegada a uno de sus costados.
Caballo:
·
Es un caballo de
montar, esbelto, alto, grande. Es de color ocre con las crines y la cola
blanca-rubio platino.
Tormenta:
·
Huele a humedad,
cae mucha agua en grandes gotas y hay viento arremolinado que todo lo mueve.
Los relámpagos llenan el cielo oscuro, casi negro y los truenos suenan cerca.
Flores:
·
Son narcisos
silvestres, llenan un campo entero arriba del todo casi en la sierra de Leire,
en un lugar plano o casi. Son todas del mismo tamaño y apenas dejan ver la
hierba: se diría que el campo entero es amarillo.
*
Se diría que Zeus nos añora y quisiera llevarnos con
él en su huevo cósmico.
¡No es tiempo todavía! le gritaría Hera (que siempre
le gritaba) y para asegurarnos aquí abajo, ordenó a Aracne tejer una conquista
que nos atase con el mismo deseo que ella tenía de librarse del genio de la
diosa. ¡Y no
fue suficiente!
Para que no mirásemos al cielo, pidió a Urano que hiciese de pintor.
Accedió de buen grado y con un solo piropo le sacó sus mejores colores a la
tierra. ¡Qué hizo! Tanta belleza consiguió lo contrario: entusiasmarnos más y
añorar lo elevado.
Quiso entonces enmascarar la altura y ensayó la idea de llover, sin
notar cómo Zeus, a quien la añoranza le era insoportable, se deslizaba en cada
gota de agua. Como era un dios y un dios lo abarca todo, ocupó los océanos y
esto llevó su tiempo. Ordenó a las sirenas que durmieran a Hera y cuando la mar
estuvo fecundada, se acercó a despertarla con un beso. A Ella le gustó y a
nosotras que cambiase de humor. Para festejarlo agotamos nuestra intuición
sembrando bienvenidas.
Fue tanta la cosecha que todos los seres humanos, sin
faltar un@ sol@, tuvieron que echar una mano en la recolección ...cazando ideas
...repartiendo besos ...hablando ...mirando ... bailando ...luchando ...soñando
...cantando. En resumen, viviendo.
Cada noche deseamos que el juego se repita: que Zeus
nos rapte y Hera se lo impida, pero ya tienen años para ir y venir y están
cansados.
No importa.
Encendemos
un fuego, preparamos sopitas y les contamos, una y otra vez al amor de la
lumbre, como hicieron para “llegar a dioses”.
Cuando se duermen leemos a Tagore.
***
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